¿Por qué un cristiano dice que habló con Jesús o con la Virgen y no con Elías o Mahoma? ¿Por qué a un judío nunca se le ha aparecido Jesús o Mahoma? ¿Por qué a un musulmán nunca se le ha aparecido la Virgen, Jesús o Moisés?
Al parecer, las revelaciones místicas y religiosas tienen mucho que ver con nuestra cultura y tradición, es más un componente psicológico que un acercamiento a la conciencia cósmica. La personalidad del gurú o guía va a determinar el contenido y la clase de revelación obtenida.
En el “conócete a ti mismo”, en la reflexión y el auto análisis, podemos descubrir las necesidades psicológicas y los patrones referenciales que tenemos establecidos en el “yo”, y podemos ver también cómo funcionan en nosotros mismos al grado de hacernos “ver” y “sentir” un cierto tipo de visiones que aunque nos parece que están relacionadas con maestros ascendidos, tienen mucho que ver con nuestra propia educación y ceencias.
Este proceso reflexivo debe orientarse al conocimiento de nuestras necesidades psicológicas y a nuestro propio auto conocimiento. Descubriéndonos quién somos en realidad podríamos aprehender por la experiencia mística que, en determinado nivel de conciencia, no existen las diferencias que nuestra mente aplica imbuida por nuestra educación. Allí, cada grano de arena es la playa misma, decía un insigne místico, por tanto, el hecho de creer en un acercamiento a un maestro particular, sea Jesús, Elías, Mahoma, o algunos de los de moda, no es sino una cuestión de nuestra apreciación limitada, una composición mental que clasifica y separa. El ego, la vanidad, el orgullo, son separadores naturales en nuestra mente y los que hacen que nos auto engañemos. Para un místico la única realidad es la de su experiencia, para un religioso la de su creencia. Solo los místicos naturalistas no caen en la divergencia entre la experiencia y la tradición. En sentido general, la experiencia mística puede tender hacia uno de los siguientes enunciados:
* Que confirme la tradición o los postulados de la autoridad religiosa.
* Que se opongan a ellos.
* Que la experiencia mística esté exenta de contenido religioso o tradicional.
En el primer caso podemos citar muchos ejemplos los cuales han de verse según el momento histórico en que se haya producido la revelación. Por ejemplo, los místicos cristianos que han apoyado el dogma de la Santísima Trinidad a través de sus experiencias místicas. También tenemos el caso de Isaac el Ciego, quien estaba muy impregnado del Talmud, con lo que sus revelaciones no eran otras que una confirmación de la tradición.
En el segundo caso tenemos a Louria, un judío que por vía mística esbozó ideas de contracción y dilatación del universo que chocaban con los postulados creacionistas judíos, aunque luego fue aceptado por la autoridad religiosa judía. El caso de San Pablo es parecido al de Louria, primeramente se oponía al cristianismo, pero luego crea todo un sistema contrario a través de sus predicaciones hasta culminar en su apología del Hombre Nuevo. Otro ejemplo más es el caso de Rymanov, uno de los mayores santos del hassidismo, se enfrentó a la autoridad religiosa al dudar sobre el origen divino de la revelación sinaítica aduciendo que era humana por cuanto había sido transmitida por Moisés y no de una manera directa de Dios al pueblo. Si seguimos la misma idea de Rymanov, nada del Nuevo Testamento es revelación divina.
En el tercer caso encontramos a los místicos naturalistas como Blake o Walt Whitman, cuyas experiencias ni se oponen ni confirman ningún postulado tradicional.
Pero en ninguno de los casos, la experiencia mística, la revelación, no se ha desvinculado de cada uno, es decir, la educación personal siempre jugó un papel importante en la revelación.
El místico y/o religioso de cada facción, por tanto, suele dar un nuevo significado a los textos considerados sagrados, a los dogmas, rituales, etc., y eso es lo que determina su influencia en la historia de las tradiciones, y no se han encontrado casos de revelaciones traspolables a postulados ajenos a su cultura y educación. Todo lo más que podemos relacionar una experiencia con una cultura ajena, es debido a la necesidad de la autoridad religiosa de tomar prestado tal experiencia para establecerla como base de su autoridad, tal como vimos en el caso de San Pablo.
Aunque el objeto de las experiencias de místicos de distintas culturas sea esencialmente idéntico, los símbolos siempre son correspondientes a los aspectos que ya estaban instaurados en su cultura, educación o medio en que se han desarrollado.
En el camino iniciático, uno de los trabajos del místico es deslindarse de la autoridad, sea maestro o gurú o marco de referencia, y asumir su propia responsabilidad de búsqueda hasta alcanzar la realización personal, dejando siempre abierta la puerta para auto descubrirse a si mismo en aquello que es, pues sabe que el Ser, tiene infinitas posibilidades de Ser.
Adrián
autoayudate.spruz.com